domingo, 11 de noviembre de 2007

L'obscurité des eaux

Asistí por compromiso, por querer librarme de la imagen parca que he creado con tanta facilidad, también quise hacer algo nuevo salir de mi rutina, conectarme con sus alegrías o no sé; pero nuevamente me sentí incomodo, como fuera de lugar, ajeno a todo ese mundo de bailes y frivolidad. Estaba pensando en continuar así hasta que se hiciera más tarde pero algo curioso sucedió, una chica perdida se sentó a mi lado y me empezó a hablar, la había visto un par de veces y como que me llamó la atención. Era muy bonita, tímida, de pocas palabras y muy sentimental, pensaba que tal vez me había enamorado de su sola presencia, su sonrisa, su mirada y sus silencios. Ella me acompañó por un buen rato, me contó que no conocía a nadie y que había dudado en ir a la fiesta, fuimos por unas cervezas y me dio su teléfono, luego me dijo para bailar y acepté sin la menor objeción. Bailaba muy bien, parecía liberarse de todas sus culpas y demonios, se la veía feliz y me alegraba su movimiento.
Nos sentamos de nuevo y hablamos de varias cosas, me contó de su familia, de lo difícil que ha sido su vida, "tengo 26 años, hago teatro, danza y pintura", "me refugio en las artes porque la realidad duele", yo le dije que era valiente y creativa, dos cualidades que todos deberíamos tener.
Se hizo cada vez más tarde y entramos en temas muy íntimos, el contexto era tan ajeno que imaginé que necesitaba hacerlo de todas maneras, traté de ponerme en su lugar y escuché con mucha atención. Me perdí en sus palabras.
Después, mucho después, nos separamos un instante, yo recibí felicitaciones por ser tan "seductor" y ella encontró a un amigo más cercano que yo. Sentí que se estaba yendo y no hice nada para que ocurriese lo contrario. Antígona acepta su destino con total convicción, y ella es libre, no depende de la casualidad.

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