domingo, 20 de junio de 2010

Aloysius Acker


¡MUERTO!...
En cuanto miro, no veo
sino tu nariz de hielo.

Qué estado perfecto!...
¡como si dios creara de cierto!...
!el no nacido, el no engendrado, muerto!...

Flores, lágrimas, candelas
pensamientos,
todo demás, todo demás;
como el deseo...
En mi ardida sombra de adentro,
real como dios, por modo infinito
y sensible, yaces muerto:
yazgo, muerto.

Y por ti no llora el perro;
y por ti no aúlla la madre;
y por ti calla y no se enjuaga el sepulturero.

Y ninguno es más sordo,
y ninguno es más ciego,
y ninguno es más ninguno, más yo mismo, sin tú alguno,
que tú, el hallado, el rehallado,
el perdido, yo o tú, si no es el tiempo,
y siempre, y siempre y nunca
El tú que soy y que es el sino,
el hermano mayor, el hermano pequeño...

Y he de ser el vivo,
el muerto.
¡Cómo seré vivo,
tú muerto!...

El que compra la casa.
La que vende su cuerpo,
El, ella, es el otro,
Ninguno sin mí, el quedado
o el ido en la redor del ciego...
Pero ya cavaré - ¿para qué?...- la fosa en lo más hondo

De mí en lo más tierno,
en lo más ciego,
adonde no baja mi aliento,
adonde la voz no hago eco.
Adonde sólo yo
baje, muerto.

Dios seguirá ganándome, de lejos,
con ardid y con ceño
de humano, como que es: y el acontecimiento
seguirá con dolor; y misterio;
y nacerá el hijo;
y nacerá el nieto;
y la mosca zumbará en el verano;
y la lluvia mojará en el invierno.
Me sobresaltaré en mi lecho.
Corregiré y publicaré mi verso.
Lavaré mi cuerpo.
Iré el domingo a la playa del mar,
a mirar la ola y el bufeo.
Escribiré en el papel del Estado
Lustros: ¨Conste por el presente documento..."
La rosa abrirá. Matarán el cristo.
Mas en la casa del muerto,
¡Ay! en la casa del muerto,
allí donde vive el muerto,
allí donde no es ninguno y soy el muerto
y es el vivo y el solo y el triste y el eterno,
allí sólo ocurren
la penumbra y el presentimiento
de dios y de su día,
sin noche y sin objeto.


Martín Adán.
Fragmento

martes, 15 de junio de 2010

Mi cuerpo sería como una lanza

¿De objeto de desecho

a objeto de culto?

Yo me contento con ser

causa de deseo