lunes, 9 de julio de 2012

Caballos desbocados


"Esperad cada día a la muerte para que, cuando llegue el momento, podáis morir en paz. Cuando viene la desgracia, no es tan horrible como se creía...
Trabajad cada mañana en calmar vuestro espíritu, e imaginad el momento en que tal vez seréis desgarrados o mutilados por unas flechas, por unos disparos de bala, por unas lanzas o por unos sables; arrastrados por enormes olas, arrojados a las llamas, heridos por el rayo, derribados por un terremoto, caídos en un precipicio o muriéndoos de enfermedad o durante una circunstancia imprevista. Morid con el pensamiento cada mañana, y ya no temeréis morir.

Hay dos clases de seres humanos: aquellos que apartan la muerte de su pensamiento para vivir mejor y más libremente, y aquellos otros que, por el contrario, se sienten vivir con más fuerza y más inteligencia cuando la acechan en cada una de las señales que ella les hace a través de las sensaciones de su cuerpo y de los azares del mundo exterior. Esas dos clases de mente no se amalgaman nunca. Lo que unos llaman una manía morbosa, es para los otros una heroica disciplina..."

Marguerite Yourcenar,  Mishima o la visión del vacío.