Debes saber en primer lugar que cada cosa
que tiene un rostro manifiesto posee también
uno oculto. Tu rostro es noble: tiene la verdad
de los ojos con los que captas el mundo.
Pero tus partes peludas, bajo el vestido,
no tienen menos verdad que tu boca.
Esas partes, secretamente, se abren a la basura.
Sin ellas, sin la verguenza aneja a su empleo,
la verdad que ordenan tus ojos sería avara.
Georges Bataille, Catecismo de Diamus
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