domingo, 14 de octubre de 2007

Un antiguo don de fluir

El público fue imprudente, irrespetuoso y hasta torpe
él soltó una que otra frase sarcástica moderada por su tolerancia
"un animal prodigioso con la delirante obsesión de querer perdurar"
ellos parecían temer el silencio entre las notas, la intimidad en un espacio tan grande
él no quiso ser directivo
"tanta lágrima y yo, soy un vaso vacío"
algunos querían consagrarlo, depositar en él lo que creen que es ajeno
(porque carecen de vida y aspiraciones propias)
al parecer hubo conexión pero ésta fue jerarquizada,
no por él sino por los inseguros, los que usan diminutivos al hablar
(por cariño, sí, pero también por temor), los que esconden la mano luego de tirar la piedra
Todo era tan grotesco, cómico, vergonzoso
y así, sólo quedó el recuerdo de la música
"si todo empieza y todo tiene un final, hay que pensar que la tristeza también se va, se va, se fue..."

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