Era la hora del amuerzo y alguién comentó que un tal Julián Denegri se había suicidado colgándose de un árbol. Una semana antes (también a la hora del almuerzo), el mismo tipo había bromeado al respecto con su familia. Su esposa, una mujer descreída, le dijo irónicamente: "eso lo hacen los valientes".
Por la noche, busqué algunos libros que me alegraran la vida. Fue casi una suplencia. Luego di un paseo por las calles aledañas a mi casa, me topé con el cuerpo de diversos hombres. Su erotismo me hizo desfallecer. Ya no creí tanto en las letras.
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