miércoles, 9 de diciembre de 2009

Veintiocho muchachos se bañan en la orilla,
veintiocho muchachos y todos tan amigables;
veintiocho años de vida de mujer y tan solitaria.

Ella es dueña de la linda casa que se levanta al pie del acantilado
ella se oculta vestida con lindas y finas ropas
detrás de las celosías de la ventana.

¿Cuál de los muchachos le gusta más?
Hasta el menos agraciado le parece hermoso

¿A dónde va, señora? porque la estoy viendo,
usted chapotea allí en el agua, aún sin moverse de su cuarto.

Bailando y riendo a lo largo de la playa llegó la vigésimo novena bañista,
los demás no la vieron, pero ella los vio y los
amó a todos

Las barbas de los jóvenes brillaban con el agua
escurriéndose por sus largos cabellos,
pequeñas corrientes recorrían sus cuerpos.

Una mano invisible también recorrió sus cuerpos,
descendió temblorosamente por sus sienes y sus torsos.

Los muchachos flotan de espaldas, sus vientres blancos asoman bajo el sol,
ellos no se preguntan quién los estrecha apretándolos,

ellos no saben quién jadea y se inclina
suspendida y encorvada como un arco,
ellos no imaginan a quién salpican con la espuma.


Walt Whitman. 11. Canto de mí mismo.


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